Los e-derechos de los niños y niñas
Escrito por CRA SAN PELAYO, lunes 20 de noviembre de 2017 , 19:25 hs , en TICS

Hoy, día Internacional de los Derechos de la Infancia, vamos a recordar los e-derechos de los niños y niñas.



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  • Laura Perez el martes 22 de julio de 2025, 08:57 hs

    Cómo vestir para ir a los toros en el campo en una ganadería brava en la dehesa sevillana

    La dehesa sevillana no es solo un paisaje: es una forma de vida. Un tapiz de encinas centenarias, luz rasgada por las ramas y ecos de mugidos bravos. Allí, entre polvo y tradición, vive el toro de lidia. Y cuando uno tiene el privilegio de visitar una ganadería de reses bravas en este entorno, no basta con presentarse: hay que hacerlo con respeto, con sentido estético y con conocimiento. Porque la vestimenta importa. No se trata de una pasarela ni de una feria de abril, pero tampoco es campo a secas: es cultura, herencia, elegancia rústica.

    El campo no es una excusa: vestirse con cabeza (y con botas)

    Si alguna vez ha imaginado cómo es una jornada taurina auténtica en el campo andaluz, ya sabe que no es solo ver toros: es compartir mesa bajo la sombra de una encina, pasear junto al mayoral, charlar con el ganadero, oír los cascos contra el polvo. Para todo eso, hay que estar cómodo. Y también presentable. Por eso, una buena elección de vestuario marca la diferencia entre integrarse en el ambiente o parecer un urbanita despistado.

    Las visitas a ganaderías toros es un acontecimiento que exige tanto respeto como sentido práctico. No se trata de disfrazarse, sino de entender el código no escrito del campo bravo.

    Sombrero, chaleco, y tela noble: los imprescindibles

    La cabeza, al sol. Así de simple. No es una metáfora. En primavera y verano, el sol sevillano cae a plomo. Por eso, un buen sombrero —preferiblemente de ala ancha— se convierte en aliado indispensable. No vale cualquier gorra de promoción ni sombrerito de playa. El sombrero cordobés, aunque nacido en otra provincia, es tan bienvenido como el albero en la plaza. Elegante, funcional y con alma.

    El torso se viste con camisas de lino o algodón, de manga larga, preferiblemente en tonos claros. Blancos, beiges o celestes que armonicen con la dehesa y repelan el calor. Sobre ellas, si el clima lo exige, un chaleco de caza o chaqueta ligera. El hombre que conoce el campo no carga con ropa innecesaria, pero tampoco se queda corto cuando el aire del amanecer sopla fresco.

    Y no olvide las fincas para eventos en las propias ganaderías: en muchos casos, tras el tentadero o el recorrido, se celebra una comida campera o incluso un espectáculo. Vestir adecuadamente también es saber adaptarse a ese momento social.

    Pantalón que aguante, bota que respete

    La regla de oro para el pantalón es clara: comodidad con resistencia. El vaquero clásico nunca falla. También los chinos de buen tejido o los pantalones de lino grueso. Las mujeres pueden optar por pantalones palazzo de tela fuerte o incluso falda midi si se combina con calzado adecuado. Lo que hay que evitar, a toda costa, son las prendas ajustadas, los colores estridentes o cualquier tela que sufra con el polvo y las zarzas.

    En los pies, manda la lógica. Botas camperas o, en su defecto, zapatillas de trekking con suela fuerte. Nada de sandalias, tacones ni calzado de ciudad. El respeto también se demuestra sabiendo dónde pisa uno. Y aquí se pisa tierra firme, con historia.

    Quien visita el campo sevillano con sabiduría, sabe que está practicando una forma elevada de turismo rural en Sevilla. Una forma que se honra con la vestimenta, tanto como con la actitud.

    El clima y la hora: aliados o enemigos, según te vistas

    La dehesa cambia de rostro según la estación. En verano, el calor exige ligereza, pero sin caer en lo vulgar. En invierno, las mañanas frías piden abrigo, pero uno que no estorbe. En primavera y otoño, la ropa debe ser como la tarde: templada, versátil, amable.

    • Primavera: Lino, gafas de sol, sombrero y una chaqueta de entretiempo.
    • Verano: Camisa clara, pantalón fino pero resistente, sombrero y agua en la mochila.
    • Otoño: Tonos tierra, tejidos más densos, chaleco acolchado.
    • Invierno: Cazadora, bufanda, y si la ocasión lo permite, incluso una boina con carácter.

    Accesorios que suman (y no estorban)

    Un pañuelo al cuello puede proteger del sol, del polvo o del frío. Unas buenas gafas polarizadas mejoran la visión sin caer en la ostentación. Una mochila pequeña con agua, protector solar y algo de abrigo es práctica. Todo lo demás —joyas, perfumes intensos, relojes llamativos— sobran. En la dehesa, la sobriedad manda.

    Hombres y mujeres: mismo decoro, distinto corte

    Ellas tienen más margen para el estilo, pero también más obstáculos prácticos. Lo ideal es optar por prendas de corte ancho, tejidos resistentes y colores discretos. El estilo andaluz admite faldas amplias, chaquetas entalladas, camisas con volantes sutiles. Ellos deben apostar por la elegancia funcional: camisa, pantalón cómodo, chaleco o chaqueta, bota y actitud.

    La tradición también se viste

    Algunos elementos del vestuario campero no son decorativos: son emblemas. El sombrero cordobés, la bota campera, el pañuelo, el chaleco de ante... son símbolos que hablan. Y cuando uno los lleva con respeto y conocimiento, la experiencia de visitar una ganadería brava se transforma en algo más profundo: se conecta con la historia viva de Andalucía.

    Errores que conviene evitar

    • Vestir como si fueras a una boda o feria.
    • Ropa deportiva, chanclas, o tacones.
    • Colores fluorescentes o estridencias.
    • Perfumes intensos que puedan incomodar en un entorno natural.

    Vestirse bien es también saber estar

    Vestir para los toros en el campo no es disfrazarse, es integrarse. Es rendir homenaje a una forma de vida, a una cultura que respira por cada surco de la tierra y por cada toro bravo que la habita. La dehesa sevillana no es solo un escenario: es un personaje más. Y nosotros, si queremos formar parte del cuadro, debemos saber cómo vestirnos para hacerlo con dignidad.

    Porque la importancia de la vestimenta para visitar una ganadería de reses bravas en la dehesa sevillana va mucho más allá de lo estético. Es identidad, es respeto, es tradición. Y eso, en pleno 2025, sigue teniendo tanto valor como una faena bien rematada.